Vista del Kelti desde el camino que sale de las antenas de Tetuán hacia Tamalut, ésta es la vertiente que se divisa desde la carretera que va de Tetuán a Rincón y que en invierno aparece a menudo con nieve.
Recorrido desde Souk el Arba de Beni
Hassan, pasando por Addar sobre un mapa 1/50.000 actual.
Recorrido pasando por Addar haciendo un bucle en el
descenso, sobre un mapa de 1956 en el que figuran con más precisión que en el
anterior los nombres de los accidentes geográficos.
La subida al Kelti (la estrella del Rif le llamamos) desde El Ouadiyine-Addar es larga y hay que hacerla en una época cuando el día dure mucho. Las pendientes son muy acusadas en el primer tramo, pero luego se suavizan.
Con sus 1926 m de altura, no es la cumbre más elevada de la región pero si una de las más espectaculares porque su base arranca desde prácticamente el nivel del mar; esto hace que se creen fuertes desniveles, especialmente en las vertientes que dan al valle del Oued Lau y sobre Tamalut.
Es una mole caliza formada por una base de dolomías grises con intercalaciones de calizas y de areniscas y conglomerados con cantos de cuarzo del Trías (inicio de la Era Secundaria); sobre estos materiales se sitúan las características calizas blancas del Lías que están presentes en toda la dorsal calcárea.
Esquema geológico de la zona.
Lapiaz sobre las calizas blancas del Lías en la cumbre.
Las fotos
del reportaje son de diferentes subidas realizadas desde 2006 a 2016.
La subida
al Kelti puede hacerse desde El Ouadiyine-Addar, desde Betara o bien desde Tamalut y las
tres rutas confluyen antes de la cima en la arista sur, debido a que el resto
de las laderas son casi verticales y por tanto de difícil acceso.
Si se
sube por Addar hay que coger la carretera Tetuán-Chauen y torcer por una
carretera local a la izquierda un poco antes de llegar a Hamra.
El valle del Nakhla los días anticiclónicos se
cubre de niebla.
A unos 3 km del desvío llegamos
a el Ouadiyine donde hay un ensanche para dejar los coches.
Los habitantes de las zonas más aisladas de la
montaña están abandonando las casas tradicionales y se están construyendo otras
nuevas junto a la carretera.
El camino de ascenso se inicia entre terrazas de
olivos que a veces aparecen parasitados por el muérdago.
Subiendo por la margen izquierda del torrente que
baja desde Addar.
Puente que atraviesa el torrente y las primeras
casas de Addar.
Torrentera que baja de Addar.
Al final de una fuerte subida muy pedregosa aparece Addar, como el jardín del Edén.
Aldeas cercanas de El Ouadiyine vistas desde el camino de subida a Addar.
Panorámica durante la subida con el Bouhachem nevado al fondo.
Cultivos de El Ouadiyine enfrente del camino de subida.
Llegando a Addar.
Entrada a Addar. ¡Al fin llegó la luz y la televisión!
La pareja feliz.
Entrada de una casa típica de Addar.
Calle empedrada de Addar.
Mula en la puerta de la casa.
Mula con albarda bordada.
Al final de una fuerte subida muy pedregosa aparece Addar, como el jardín del Edén.
Aldeas cercanas de El Ouadiyine vistas desde el camino de subida a Addar.
Panorámica durante la subida con el Bouhachem nevado al fondo.
Cultivos de El Ouadiyine enfrente del camino de subida.
Llegando a Addar.
Entrada a Addar. ¡Al fin llegó la luz y la televisión!
La pareja feliz.
Entrada de una casa típica de Addar.
Calle empedrada de Addar.
Mula en la puerta de la casa.
Mula con albarda bordada.
Los habitantes se están yendo a la parte baja o a la ciudad y algunas casas
se están hundiendo.
Casas hundidas de Addar cerca de la fuente.
Fuente de Addar coloreada y florida.
La misma fuente con cambio de decorado.
Ascendiendo sobre Addar.
La casa de la Cherifa, la última de Addar.
Frente a la casa de cherifa con niebla.
El ascenso continua por un zigzagueante sendero pedregoso.
La casa de la Cherifa, la última de Addar.
Frente a la casa de cherifa con niebla.
El ascenso continua por un zigzagueante sendero pedregoso.
En el camino de subida encontramos a esta hassania que vuelve al pueblo
cargada de leña que ha ido a buscar a la montaña.
Así se ve el pueblo desde arriba.
En esta foto se ve muy bien la estructura cuadrangular de las casas
tradicionales, con un patio central al que se abren los diferentes compartimentos.
Los jóvenes
haciendo malabarismos sobre las puntiagudas rocas.
Aproximándose al primer collado, fracturado por una
falla que deja aflorar las areniscas de la base de la dorsal calcárea.
Plano de falla.
Fuente antes de llegar al collado.
Superado el collado se encuentra el santuario de
Sidi Ali Ulbajt.
El santuario con nieve. Al fondo,
en la parte central, asoma la cima del Kelti.
En el farallón cercano al santuario en invierno se
forman a veces curiosas “estalactitas” de hielo.
Interior del santuario de sidi Ali Ulbajt con el
catafalco sobre la tumba.
Catafalco recubierto con una tela diferente a la
anterior.
Hornacina del santuario para poner las velas y las
ofrendas al santo.
A partir del santuario, que se ve
a lo lejos, la subida al Kelti transcurre por un tramo llano, con cultivos desde el que hay que dirigirse a una
depresión sobre Tamalut.
Tramo sin desnivel.
Encinar quemado para cultivar.
Esta florida borraginácea (Echium sp.-Viborera) crece
a lo largo del sendero.
También es muy abundante esta leguminosa (Astragalus armatus subsp. Numidicus).
Cardo azul (Eryngium sp. tal vez sea el triquetrum).
Los campesinos de los pueblos cercanos se turnan en
el cultivo de los campos que han arrebatado al bosque.
La roturación se sigue realizando con arados
rudimentarios de madera sin reja.
Entrada al vallejo con nieve.
En la ladera de enfrente se ve esta cueva que sirve de refugio a los pastores.
Se entra en el lecho de un riachuelo y a partir de aquí, en la ladera norte, hay un bosquete de cedros centenarios mezclados con viejos quejigos moros, arces y magníficos tejos; en clara regresión por la acción humana para obtener tierras de cultivo. Los senderistas pasan delante de un viejo arce y continúan la marcha perdiéndose entre la niebla.
Quejigo moro (Quercus canariensis) lleno de nieve y con brotes nuevos asomando.
Ladera que mira al norte con el bosque mixto de cedros-arces-encinas-tejos y quejigos moros. En esta zona se encuentran los cedros más grandes que se ven durante la subida.
Ladera que mira al norte.
Cedro centenario (Cedrus atlantica) cubierto de nieve.
El viejo cedro (Cedrus atlantica) desmochado sigue aguantando la nevada.
Cedros frondosos (Cedrus atlantica).
Conos de cedro (Cedrus atlantica).
Los senderistas debajo de uno de los majestuosos cedros (Cedrus atlantica), un verdadero monumento natural.
Tronco de arce.
Tejo (Taxus baccata).
Tomando el té bajo el tejo.
Los cultivos van comiéndose el bosque.
La colonización para cultivo se inicia arrancando el sotobosque y cultivando bajo los árboles.
Posteriormente se queman los árboles como se observa que ha sucedido con estos arces. Al fondo se ve un tupido encinar que se desarrolla en la ladera que mira al sur y también está siendo atacado para establecer cultivos.
Árbol quemado. El bosque está siendo talado a un ritmo muy acelerado para instalar cultivos, a pesar de las fuertes pendientes; los cedros centenarios se queman, el suelo se erosiona y al final solo hay pedregales.
Árboles quemados. Una vez abandonados los campos de cultivo por ser improductivos, en las zonas planas, se inicia la colonización por ese pequeño arbusto rojizo, el agracejo o arlo (Berberis sp.), que con sus enormes espinas hace frente al ganado que pasta por allí.
Esqueleto de un tejo.
Antiguos campos de cultivo convertidos en pedregales.
Zona roturada.
Zona cultivada y vallada para protegerla de los animales.
Entrada al vallejo con nieve.
En la ladera de enfrente se ve esta cueva que sirve de refugio a los pastores.
Se entra en el lecho de un riachuelo y a partir de aquí, en la ladera norte, hay un bosquete de cedros centenarios mezclados con viejos quejigos moros, arces y magníficos tejos; en clara regresión por la acción humana para obtener tierras de cultivo. Los senderistas pasan delante de un viejo arce y continúan la marcha perdiéndose entre la niebla.
Quejigo moro (Quercus canariensis) lleno de nieve y con brotes nuevos asomando.
Ladera que mira al norte con el bosque mixto de cedros-arces-encinas-tejos y quejigos moros. En esta zona se encuentran los cedros más grandes que se ven durante la subida.
Ladera que mira al norte.
Cedro centenario (Cedrus atlantica) cubierto de nieve.
El viejo cedro (Cedrus atlantica) desmochado sigue aguantando la nevada.
Cedros frondosos (Cedrus atlantica).
Conos de cedro (Cedrus atlantica).
Los senderistas debajo de uno de los majestuosos cedros (Cedrus atlantica), un verdadero monumento natural.
Tronco de arce.
Tejo (Taxus baccata).
Tomando el té bajo el tejo.
Los cultivos van comiéndose el bosque.
La colonización para cultivo se inicia arrancando el sotobosque y cultivando bajo los árboles.
Posteriormente se queman los árboles como se observa que ha sucedido con estos arces. Al fondo se ve un tupido encinar que se desarrolla en la ladera que mira al sur y también está siendo atacado para establecer cultivos.
Árbol quemado. El bosque está siendo talado a un ritmo muy acelerado para instalar cultivos, a pesar de las fuertes pendientes; los cedros centenarios se queman, el suelo se erosiona y al final solo hay pedregales.
Árboles quemados. Una vez abandonados los campos de cultivo por ser improductivos, en las zonas planas, se inicia la colonización por ese pequeño arbusto rojizo, el agracejo o arlo (Berberis sp.), que con sus enormes espinas hace frente al ganado que pasta por allí.
Esqueleto de un tejo.
Antiguos campos de cultivo convertidos en pedregales.
Zona roturada.
Zona cultivada y vallada para protegerla de los animales.
En esta zona
vive algunos grupos de macacos que salen huyendo hacia las partes más altas de
los roquedos cuando nos ven.
Macaco vigilando nuestra
presencia.
Huellas de macaco en la nieve.
Huella de macaco en la nieve.
Trazo en la nieve de pisadas de macaco.
Una vez superada la zona de cultivos, se gira hacia
la izquierda para iniciar el último
tramo hacia la cima del Kelti. Hay una senda que asciende hasta una zona más o
menos plana para después descender hasta un
valle donde encontramos una fuente.
En la zona más llana de cambio de vertiente encontramos esta sima, aparentemente no muy profunda, que llamamos de los mosquitos, por la abundancia de estos insectos en su interior.
La senda que traemos confluye en esta fuente con la que viene de Tamalut a lo largo de una barranquera que se inicia en este punto.
Tubo de una larva acuática dentro del pilón de la fuente.
En la zona más llana de cambio de vertiente encontramos esta sima, aparentemente no muy profunda, que llamamos de los mosquitos, por la abundancia de estos insectos en su interior.
La senda que traemos confluye en esta fuente con la que viene de Tamalut a lo largo de una barranquera que se inicia en este punto.
Tubo de una larva acuática dentro del pilón de la fuente.
La fuente es muy frecuentada por
los pastores que han depositado estas flores de peonía.
Durante el trayecto a lo largo
del año se encuentra una variada vegetación florida, aquí ponemos algunos
bellos ejemplares.
Pradera de peonía (Paeonia coriacea) que ocupa una gran extensión bajo los árboles,
parece un jardín.
Peonía (Paeonia
coriacea).
Detalle de peonía.
Fruto de la peonía.
Heléboro (Helleborus
foetidus).
Clavelina (Silene
colorata).
Linaria sp.
Botón de oro (Ranunculus
ficaria).
Centranthus.
Narciso endémico del Kelti y
Bouhachem (Narcissus albimarginatus).
Orquídea Orchis
sp.
Violeta (Viola
munbyana).
Rhodanthemum
arundanum.
Efedra.
Cagarria o colmenilla.
Coronella
girondica.
Coronella
girondica.
Hormiga.
La subida continua entre roquedos muy
carstificados, arbustos y matorrales.
Entre los pedregales aparece este viejo cedro enano que apenas se levanta 3 metros del suelo.
Los senderistas se divierten en
la nieve que queda en alguna umbría.
A veces la subida es empinada.
Casi hay que trepar.
A medida que nos acercamos a la cumbre aumentan las
pedreras de alta montaña, la vegetación es cada vez más escasa, reducida a
formaciones almohadilladas y el sendero se pierde entre las piedras sueltas
obligando a que cada uno siga el ascenso por donde puede.
De vez en cuando aparece algún bosquete aislado de
cedros.
A lo lejos se divisa la cumbre.
Llegando a la cumbre.
Coronada la cima viene el merecido descanso y
fotografiar las magníficas panorámicas.
En la parte oriental de la cumbre está el santuario
de Sidi Nahnu (Noé). Es frecuente encontrar en la cima de las montañas más
altas un santuario dedicado a Noé, porque todas se arrogan el privilegio de ser
el lugar donde se depositó el arca después del diluvio universal.
Llegando a sidi Nahnu.
El grupo, menos el que toma la foto, en el ascenso de 2007: Mustafa,
Ahmed, Rachid, Said, Ali, Luisa y Abderrahman.
Muros del santuario, que como la mayoría de los de la zona
está formado por un cerramiento cuadrangular de muros de piedra seca sin
techar.
En el lado oeste, opuesto al santuario, se
encuentra esta oquedad llamada la ventana del viento.
A través de la ventana se ve una casa de Tamalut.
Desde la cumbre y girando en
dirección sur-oeste-norte-este se observan las siguientes panorámicas:
Las panorámicas son espectaculares pero los precipicios dan vértigo.
Al fondo el jebel Akra y el jebel Tizouka.
Sfaya, Aglaguel, antenas de Tetuán en el Gorgues y el Bouzaitun.
Sidi Timin, Bouzaitun y Dar Jannus.
Tamalut.
Tamalut visto desde abajo.
Cultivos en torno a Tamalut.
Cultivos en torno a Tamalut.
Cabo Negro, Ceuta y la costa de Málaga-Granada.
Valle de Oued Lau.
El pueblo de Aristan.
En la cumbre quedan algunos cedros solitarios.
Junto al cedro, un arce.
El descenso lo iniciamos por el mismo lugar hasta la fuente pero luego seguiremos a media ladera en dirección sur hasta pasar debajo de este pico en el que es frecuente encontrar a los macacos.
El descenso se hace por Betara pasando debajo de esta piedra del equilibrio.
Los campos de cultivo se asientan en pendientes imposibles de cultivar.
Chozo que sirve de refugio a los guardianes de los cultivos.
Interior de uno de los chozos.
Addar desde lo alto del sendero de vuelta.
El descenso lo iniciamos por el mismo lugar hasta la fuente pero luego seguiremos a media ladera en dirección sur hasta pasar debajo de este pico en el que es frecuente encontrar a los macacos.
El descenso se hace por Betara pasando debajo de esta piedra del equilibrio.
Los campos de cultivo se asientan en pendientes imposibles de cultivar.
Chozo que sirve de refugio a los guardianes de los cultivos.
Interior de uno de los chozos.
Addar desde lo alto del sendero de vuelta.